domingo, 2 de enero de 2011

La libertad ¿bien vale un riñón?


Se trata de la insólita condición que le imponen las autoridades de Mississippi a las hermanas Scott para sacarlas de la cárcel, donde cumplen prisión perpetua desde 1994... por el robo de 11 dólares.

Ninguna de las dos mujeres tenía antecedentes criminales, y aunque el atraco fue a mano armada, las víctimas no sufrieron daños. Esta desproporción entre delito y pena —tan frecuente para los negros en Estados Unidos—, generó una campaña entre organizaciones en defensa de los derechos humanos, blogs, redes sociales y programas de radio de la web, abogando por una reducción de la condena, infructuosa hasta ahora.


Repentinamente, Gladys y Jamie "ya no suponen una amenaza a la sociedad" y fueron perdonadas por el gobernador republicano Haley Barbour; un "arranque humanitario" que librará al estado norteamericano del costo de las hemodiálisis a que debe ser sometida la mayor de las dos, tres veces por semana.

Pero además, el inusitado trueque servirá para edulcorarle la imagen a Barbour y labrarle el camino de cara a las elecciones presidenciales del 2012, a las cuales, en más de una ocasión, ha expresado su interés de postularse.

Según estipuló en su orden el gobernador de Mississippi, "la liberación de Gladys Scott (de 36 años) está condicionada a que le done uno de sus riñones a su hermana" Jamie, de 38, quien recibe un tratamiento estimado en unos 200 000 dólares anuales. Lo que no consiguió ni siquiera la intensa gestión de la Asociación Nacional para el Fomento de las Personas de Color (NAACP) — una de las principales organizaciones de derechos civiles afronorteamericanas—, lo lograron los trasfondos económicos y los rejuegos políticos, al tomar una vez más el lugar de la genuina Justicia.

Granma


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