jueves, 5 de abril de 2012

Otra cortina de humo del kirchnerismo: el falaz "debate" sobre YPF



"No queda otro camino que el monopolio del Estado pero en forma integral, es decir, en todas las actividades de esta industria: la producción, la elaboración, el transporte y el comercio [...] sin monopolio del petróleo es difícil, diré más, es imposible para un organismo del Estado vencer en la lucha comercial las organizaciones del capital privado."

"Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera."


General Enríque Mosconi, fundador de Yacimientos Petrolíferos Fiscales.

Por Viorel Lupescu (Enmerkar) 

El gobierno de Argentina ha declarado "la guerra" a la transnacional Repsol por el petróleo.

Desde febrero, la presidente Cristina Fernández de Kirchner, ha acusado a la multinacional -que controla el 60% del mercado de combustibles- de no haber realizado las inversiones necesarias en el sector. Responsabilizó a Repsol porque el país haya tenido que importar en 2011 unos 9000 millones de dólares en combustibles, provenientes de Bolivia y Qatar principalmente.

En los años 90, el gobierno de Carlos Menem concesionó todos los pozos petrolíferos del país, así como a la empresa estatal de hidrocarburos YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), la cual quedó mayoritariamente en manos de la compañía española Repsol. Desde entonces, la desidia de la desinversión y las ganancias monumentales, así como las ventajas otorgadas de facto por el Estado a la petrolera, provocaron una caída drástica en la producción que convirtió a la Argentina en un importador de crudo.

YPF, fundada en 1922 por el General Enríque Mosconi, fué la primera empresa petrolera pública del mundo. Modelo para la mejicana Pemex, la brasilera Petrobras o la venezolana PDVZA. La empresa de petróleo estatal jamás representó un gasto, una carga para el estado. Ésta pudo cubrir con sus ganancias todas las inversiones, y posteriores reinversiones. Si bien la Argentina siempre contó con inversiones privadas en petróleo y gas, YPF poseía la mayor parte del mercado, ya fuere directamente, o como asociada a compañías extranjeras. El petróleo permitió un gran crecimiento económico, financió escuelas, rutas, autopistas, hospitales, permitió el crecimiento de localidades en el interior del país.

Carlos Menem concesionó todas las áreas de YPF y todas las ramas de la producción, un acto de entrega que no se hizo en ningún país del Mundo. Argentina es el único país del mundo que entregó su petróleo sin una guerra de por medio.

La agrupación kirchnerista "La Cámpora" empapeló Buenos Aires con afiches reclamando las inversiones a Repsol. Muchos creerían que esto se trata de una cruzada nacionalista o soberanista del gobierno de Cristina Fernández. Nueve provincias le han quitado la concesión de pozos a YPF. Mucha alharaca sobrevino, más con la demanda que YPF le presentó al Estado argentino. Las provincias petroleras (Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz, etc..) están todas gobernada por el kirchnerismo o aliados: todos los gobernadores coinciden en que se tiene que continuar con la política neoliberal de concesiones a las empresas privadas.

El argumento que el kirchnerismo esgrime para no nacionalizar YPF es que el Estado argentino no tiene dinero para afrontar la compra de la empresa. Con 50.000 millones de dólares en el Banco Central, y las cláusulas de rescisión de los contratos que YPF ha violado en estos 20 años, todo indica que se pretende continuar con el sistema de asociación con las empresas privadas.

Al gobierno le preocupa tironearle la oreja a los empresarios. Nada dice, en cambio, sobre la necesidad de una petrolera pública, que es la única que ha brindado a la Argentina autoabastecimiento de petróleo. Con el barril de petróleo rozando los 100 dólares, y las guerras que en todo el mundo se suceden por la cuestión energética, Argentina tiene que tener una política estratégica al respecto. Con una empresa pública con gestión conjunta del Estado, los trabajadores y el Público. A la empresa privada solo le interesa incrementar sus ganancias y productividad. Nada más. Por eso, no pueden estar al servicio del interés nacional. Mucho menos las compañías de los países centrales: el interés de las mismas, ante todo, es llevarse los dividendos y utilidades a la casa matriz. Tampoco existe una "burguesía nacional" que se pueda encargar de esto: sus metas, al fin y al cabo, son las mismas: consagrarse como burguesía internacional.

El kirchnerismo tuvo mucho tiempo. En la sociedad hay consenso sobre la necesidad de recuperar los recursos minerales y energéticos para la Nación.

Las acciones de YPF en el mercado de valores de Buenos Aires se han derrumbado. Lo mismo pasó en Nueva York. Hay quienes dicen que el gobierno nacional quiere comprar la empresa: ahora que el modelo de subsidios a los servicios públicos hace agua, necesitan la plata para sostenerlo. Hay otras urgencias económicas, como resultado del golpe de la crisis económica mundial en nuestro país. ¿Era necesario todo esto, para que el gobierno caiga en la cuenta de una política energética?. O mejor dicho, que empiece a hablar del tema.

No nos engañemos: los Kirchner cuando gobernaban la provincia de Santa Cruz aplaudieron la privatización menemista del petróleo. Algunos le llaman a eso "disciplina partidaria". Yo le llamo complicidad lisa y llana. Con estos antecedentes, tenemos que tener ojos hasta en la nuca.

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