sábado, 6 de octubre de 2012

«Las fuerzas revolucionarias y progresistas internacionales deben apoyar a los gobiernos y partidos antiimperialistas y antisionistas»


Conversación con el Dr. Ammar Bagdache, secretario general del Partido Comunista Sirio y miembro del Parlamento de la República Árabe de Siria

Mientras en círculos de la llamada “izquierda internacional” prosiguen las discusiones doctrinales y filosóficas sobre lo que se ha dado en llamar “las primaveras árabes” iniciadas hace ya más de un año, en La Habana el diputado sirio Ammar Bagdache, secretario general del Partido Comunista Sirio, expuso al periodista cubano Ernesto Gómez Abascal, su propio análisis sobre los acontecimientos y la situación en su país y su visión sobre la actitud a adoptar en ese contexto por las fuerzas revolucionarias y progresistas. Palabras que invitan a la reflexión.

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EGA.-¿Cómo califica el Partido Comunista de Siria el gobierno de Bashar Al Assad?

AB.-Para el Partido Comunista de Siria, este es un gobierno patriótico, antimperialista y antisionista, a pesar de que está claro que en el orden económico es capitalista. Aunque proclamaba el socialismo árabe, el Partido Baas (del renacimiento árabe socialista), que era y es la fuerza dirigente en el gobierno, no era socialista en el sentido marxista de la palabra. Sin embargo, el PCS forma parte del Frente Progresista que ahora está integrado por 10 partidos.

Tenemos un ministro en el gobierno y consideramos que es la mejor opción en esta etapa. Estamos y siempre hemos estado, por mejorar el sistema, en el 2005 nos opusimos a transformaciones de corte neoliberal, que después se ha comprobado facilitaron el caldo de cultivo para crear una capa marginal, de la cual se ha beneficiado la oposición armada. Se cometieron errores que ahora tratan de subsanarse.

EGA.-¿Entre los que combaten por derrocar al gobierno de Bashar Al Assad, hay fuerzas y partidos de izquierda? ¿Existe una opción de izquierda al gobierno actual?

AB.-Existen algunas personalidades, que desde hace tiempo están en el exterior, que fueron de izquierda, incluso marxistas, pero que después cambiaron. Algunos estuvieron presos en Siria, pero hoy han renunciado al marxismo, incluso se han aliado a los Hermanos Musulmanes, otros se han convertido en agentes de las monarquías del Golfo.

Hay personas que permanecen dentro de Siria, que se consideran de izquierda y quieren que se lleven a cabo cambios y reformas, pero no son partidos o fuerzas políticas organizadas, son individualidades, pero estos se oponen a la intervención extranjera. El gobierno que tenemos en Siria tiene una posición constructiva hacia la realización de cambios importantes, ya se han comenzado a adoptar, pero la intervención armada extranjera impide por el momento instrumentarlos con normalidad.

La única opción si cae el gobierno actual, es el poder de los Hermanos Musulmanes, lo cual constituiría un gran paso atrás para un pueblo que durante muchos años ha disfrutado de un sistema secular moderno, que no conoce el sectarismo y que ha vivido sin tensiones de este tipo. Sin embargo somos optimistas y aunque la lucha todavía durará algún tiempo, estamos seguros que no podrán derrotarnos.

EGA.-¿Cómo aprecia la situación militar?

AB.-Con el paso del tiempo, se hace más claro que no podrán derrotarnos. No han podido, como era su plan, controlar ninguna ciudad importante, esto a pesar de que han llegado miles de mercenarios extremistas y salafistas, que cuentan con el asesoramiento de los servicios especiales de EE.UU. y sus aliados de la OTAN, quienes trabajan desde Turquía, país con el que compartimos una larga frontera. También cuentan con los recursos económicos y militares que aportan Catar y Arabia Saudita. Es evidente que nuestro gobierno está respaldado por la mayoría de la población. Las fuerzas armadas y las milicias populares se mantienen unidas y con disposición combativa. Pese a la complicada situación del país, las instituciones funcionan.

EGA.-¿Considera que en Libia existía la posibilidad de apoyar alguna fuerza revolucionaria o progresista como alternativa al gobierno de Gadafi?

AB.-El caso de Libia era completamente distinto al de Siria. Aun cuando el pueblo libio gozaba del mejor nivel de vida de África y tenían el mayor PIB per cápita, la personalidad de Gadafi era muy cuestionada, era muy incoherente en sus posiciones y mantuvo por etapas actitudes anticomunistas. Se había reconciliado con Occidente, pero no existía ningún partido o fuerza organizada conocida, con un programa revolucionario, progresista o antimperialista, al cual se pudiera dar apoyo como alternativa al gobierno de Gadafi.

La posición correcta de los revolucionarios era dejar que los libios resolvieran sus problemas y oponernos por todos los medios a la intervención de la alianza imperialista y de la reacción árabe. Nuestro partido no simpatizaba con Gadafi, pero quien lo derrocó fue la OTAN, no el pueblo libio y el gobierno que ahora existe en Trípoli, está subordinado a los intereses imperialistas.

EGA.-¿Cómo caracteriza el PCS a Hizbulá e Irán, que son un partido y un país de carácter islámico?

AB.-Consideramos que mantienen posiciones patrióticas, en contra del imperialismo y el sionismo y por tanto los vemos como nuestros aliados. En el movimiento que liderea Hizbulá en Líbano, también participan partidos y organizaciones cristianas, sunitas y hasta marxistas. Existen musulmanes de distintas posiciones políticas y nuestro partido considera que en la situación actual en la región lo que define a una fuerza política, es estar al lado de los intereses del pueblo, ser antimperialista y antisionista. En este sentido consideramos a Hassan Nasrallah, dirigente de Hizbulá, un verdadero revolucionario.

EGA.-¿Existe la posibilidad de que un partido o fuerza de izquierda alcance el poder en algún país de la región?

AB.-No excluimos esta posibilidad, todo depende de las masas, del pueblo. En 1958, creo que casi nadie en el mundo preveía que iba a triunfar una revolución en Cuba, que dos años después proclamaría el socialismo. El papel de un liderazgo es también importante y esto no se puede excluir totalmente.

EGA.-El presidente egipcio Mohamed Mursi, de los Hermanos Musulmanes, según los pasos que viene dando y sus palabras, por ejemplo en el discurso que pronunció en la Asamblea General de la ONU en días recientes, parece que está dando un curso independiente a la política exterior de ese importante país. ¿Qué opinión le merece esto?

AB.-Creo que está actuando de acuerdo con el sentimiento de las masas, del pueblo egipcio, al cual no puede desconocer. Ni a EE.UU. y menos a Israel le debe agradar lo que está diciendo. Posiblemente Mursi esté trabajando para recuperar el papel dirigente de Egipto en el mundo árabe. Además, es imposible ser más títere del imperialismo que Mubarak, eso sería muy difícil. Quizás declaró en la Asamblea General de Naciones Unidas que estaba en contra de una intervención exterior a mi país, porque ha observando la resistencia que está haciendo el pueblo sirio a la agresión a que es sometido desde occidente y los países del golfo, eso puede influir en sus posiciones. Habrá que observar su actuación en lo adelante para ver si se mantiene en una línea discrepante de EE.UU. e Israel.

EGA.-¿Cuál considera que debe ser la posición de la izquierda internacional, de los revolucionarios, respecto a la clara intervención del imperialismo y la reacción árabe para producir cambios de régimen?

AB.-Nuestro partido estima que las fuerzas revolucionarias y progresistas internacionales deben apoyar a los gobiernos y partidos antimperialistas y antisionistas frente a la agresión de la reacción, el imperialismo y su política intervencionista e injerencista, violadora de la legalidad internacional. Eso es lo que define una posición de principios y revolucionaria en nuestros días.

No es posible ser de izquierda o decir que se es progresista y revolucionario, y coincidir con lo que dice y hace Hillary Clinton, los corruptos monarcas del Golfo o los dirigentes de la OTAN.


Ernesto Gómez Abascal, es escritor y periodista cubano, ex embajador en varios países del Cercano Oriente.

Voltaire

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